¿Qué y quienes son
los ángeles? Los ángeles son los "ayudantes invisibles" que tras una
llamada nuestra están preparados para intervenir en nuestro favor, pero
respetando siempre las leyes del karma.
Son seres de luz, de
muchos niveles evolutivos, que se mueven con armonía en torno a nosotros. Son
admirables seres cuyas vidas inspiran y crean todo en la naturaleza.
Los ángeles son
seres espirituales, y todos nosotros somos seres espirituales, pero espiritual
no es sinónimo de religioso, aunque muchas religiones puedan ser muy
espirituales. La espiritualidad es algo que todos llevamos dentro y de los cual
demasiado a menudo estamos desconectados. Lo espiritual en nosotros es lo que
da sentido a la vida, haciéndonos conectar con nuestra esencia, con la paz
mental. Descubrir el mundo del espíritu, nos dicen los ángeles, es como volver
a nacer.
Los ángeles pueden
hacernos recordar nuestro origen espiritual y nuestro fin divino. Pueden
ayudarnos a restaurar nuestro estado lamentable y a vivir una vida de acuerdo
con lo que realmente somos. Sólo tenemos que hablar con ellos, pedírselo
humildemente, con fe, con esperanza, con convicción.
Seres de luz, los
ángeles son manifestaciones de lo divino que esperan que los acojamos en la
simplicidad y en la pureza del corazón, en los brazos del niño mágico que hay
dentro de cada uno de nosotros. Quieren que los abracemos, pues ellos nos
abrazan constantemente y nosotros no nos damos cuenta.
Es imposible
compaginar en pocas clases una realidad que es tan múltiple y compleja como la
de los ángeles.
Nada tengo que
enseñar a nadie, sólo he intentado extraer lo mejor de muchos textos y he
querido reunir pensamientos y filosofías a veces muy diversas entre sí:
reunificar el pensamiento cristiano, el laico, cabalístico, teosófico, etc.
Leyendo todo el
material disponible me di cuenta de que todas aquellas cosas que hasta entonces
había solamente intuido, tomaban finalmente forma. En la mente y el corazón
tenía un enorme ovillo de nociones, informaciones, conocimientos parcialmente
míos y parcialmente "sugeridos". La confusión y el desorden en mi
mente empiezan a ensamblar el rompecabezas que representaba el estudio de los
ángeles.
Estoy convencido de
que una condición esencial para todo el trabajo con los ángeles es el
convencimiento de su existencia, a tal fin es necesario que obtengamos la mayor
cantidad posible de información sobre nosotros mismos y ellos, y describirlos
de una forma que resulte aceptable a todos.
Hay demasiadas cosas
por decir, algunas parecerán como de ciencia ficción, otras se darán por
descontado. Lo trato de hacer lo mejor posible, con una inmensa humildad y con
gran espíritu de servicio, pero mis medios son limitados, y Ellos, por el
contrario, son tan complejos.
Estoy segura que
mientras estoy escribiendo todo esto, estoy rodeada de los ángeles, y que Ellos
me están ayudando a encontrar las palabras correctas y la información que
conviene que yo transmita. Si en algo no resulta clara, desde ya no es una
falla de Ellos, sino que no he sabido interpretarlos correctamente. A lo largo
de mi vida estoy tratando de incrementar mi ya diario contacto con estos Seres
de Luz.
Encontraréis, quizás
en desorden, pero en total hermandad y más allá de todas las teologías, ángeles
cristianos, cabalísticos, devas, espíritus de la naturaleza, todos lado a lado,
con la perfecta armonía que les es característica, sin espíritu de competición,
sin necesidad de confrontarlos entre sí.
El ángel es energía,
es presencia, sea cual sea el nombre o la imagen con que la tradición humana le
ha denominado. El ángel es realidad. Que el hombre moderno lo crea o no, el
ángel existe, nada podrá cambiar su ser. No importa que no lo veamos; tampoco
podemos ver el sonido de la música ni el olor de un perfume, sin embargo eso no
hace que no existan. Además, el que no los veamos con nuestros ojos físicos no
es lo más importante, ya que hay cosas como la electricidad, que tampoco no
llegamos a ver, sino que solamente percibimos sus efectos.
Con los ángeles
ocurre algo parecido. Por regla general, y salvo que ellos deseen lo contrario,
no podemos verlos, pero sí podemos sentirlos. No es necesario hacer complicados
ejercicios de visualización para ver a los ángeles. Sólo es necesario que
percibas o, mejor dicho, que te des cuenta del fruto de su trabajo y que lo
agradezcas.
Entre toda la
información que te iré suministrando a lo largo de las clases, serán al final
de tu mente y tu corazón los que hagan la elección, será tu instinto el que te
guiará hacia el modo más afín con tu modo de ver, sentir y pensar.
Creo que es mi tarea
la de ir eligiendo, seleccionando, extrayendo y compaginando los distintos
temas hasta convertirlos en una base de aprendizaje útil.
Debemos comprender
que los ángeles quieren ser nuestros amigos. Son nuestros compañeros en el
viaje de la vida por este planeta cuyo amor, luz y sabiduría puede enriquecer
nuestras vidas enormemente. Quieren compartir con nosotros y ayudarnos a crecer
hacia el único destino espiritual que es el nuestro. Su guía y apoyo son
maravillosos, y debemos alegrarnos y dar gracias por ello.
Y nuestro
agradecimiento va - ante todo y en primer lugar - hacia la Fuente de la que
procedemos tanto los ángeles como nosotros. Los ángeles en sí no son esta
Fuente. No son divinos, aunque ellos, como nosotros, son inmortales. Si sus
rostros brillan con una luz que no es terrenal, es porque están llenos de la
Luz única.
Como ya he dicho,
los ángeles son nuestros amigos, no nuestras herramientas ni nuestros criados
personales a quienes podemos dar órdenes. Sirven a Dios, que es Amor, y la
única agenda que conocen, es el Plan Divino.
Hay una clave en la
misma palabra "ángel", derivada del griego Angelos, que significa
"mensajero". Los ángeles son mensajeros de nuestro Creador. Contienen
en sí los patrones básicos de la Creación, que se tornan manifiestos en nuestro
mundo tridimensional.
Ellos obran con
nuestras almas en conjunción con la Mente Universal, para ayudarnos a elevar la
visión y el espíritu, recordándonos la verdad, la belleza y la bondad que
existe dentro de todo. Al invocar a nuestros ángeles para que nos ayuden a
ejecutar tareas tanto mundanas como inspiradas, podemos confiar en que todo
sucederá de acuerdo con la Voluntad Superior y no sólo con la nuestra.
Mediante esta
colaboración perdemos nuestra sensación de aislamiento, empezamos a comprender
realmente que no estamos solos y carentes de apoyo; que en nuestro derredor hay
ayuda y guía por doquier. En esta forma comenzamos a abrirnos al estado de
gratitud en el que pueden ocurrir los milagros.
La existencia de los
ángeles comienza exactamente en el límite donde termina nuestro pensamiento
racional y lógico, donde termina nuestro mundo convencional y rutinario.
Pasando por ese límite, comienza la sorpresa y el asombro. Allí es posible
encontrarlos, sutiles, livianos, de rostros luminosos y hermosos ropajes.
Ellos, extendiendo
sus alas, nos ayudarán a pasar esas fronteras racionales y llegar a un sitio
donde nos transformamos y comenzamos nuevamente a tener fe. Para ello tenemos
que dominar nuestro mayor miedo, el de ser diferentes. Podemos tener la certeza
de que ese miedo, el de ser diferentes. Podemos tener la certeza de que ese
miedo se irá disolviendo y cada vez que nos dejamos caer en el desánimo, ellos
nos sostendrán con sus alas. Cada vez que estemos desorientados, ellos nos
susurrarán mensajes fantásticos a los oídos y nos dejarán señales para
indicarnos el camino, que es tan fácil perder.
Las hadas y los
duendes también transitan por estos caminos, pero muchas personas no pueden
encontrarlos… sobre todo si hace mucho tiempo dejaron de soñar y sus proyectos
se taparon con las malezas y las hierbas tupidas que crecen sobe los sueños
nunca realizados.
Los ángeles nos enseñan
también que las oraciones aprendidas en la infancia son una protección
fuertísima y son fórmulas mágicas, y por lo tanto, están llenas de poder.
Ellos nos devuelven
la magia, la fe en nuestros sueños, la confianza y la memoria de un origen muy
antiguo. La memoria olvidada de ser hijos del cielo, hijos del esplendor, hijos
de Dios. Como escribe la popular autora Solara, lo importante es que
"recordemos quienes somos y no volvamos a caer en la ilusión de sentirnos
como pequeños humanos que lloran por algo que esté fuera de nosotros para que
nos ayude o nos asista"
Esta memoria de
nuestro verdadero origen es uno de los primeros regalos que recibimos cuando
los ángeles, al comunicarnos con ellos, nos permiten entrar cada vez más en sus
dominios, con la facilidad que tienen los niños, para quienes este mundo mágico
está siempre abierto.
En cuanto a la forma
de los ángeles, ellos dicen que no están limitados por la forma, que su forma
cambia mientras se mueven, participando de las cualidades de los reinos que
transitan. Como no son perceptibles por nuestra vida normal, y como cambian y
se mueven tanto, refiriéndolos a nuestra noción de forma, resultan amorfos.
Creo que hay
momentos, cuando desean comunicarse con los humanos, en que adquieren una forma
densa con el propósito de que podamos percibirlos… Después de todo, la mayoría
de nosotros ni pensaría en comunicarse con una impresión en movimiento.
Aplicando este
principio, los espíritus de la Naturaleza más pequeños, es decir los duendes,
elfos, hadas, etc., son a veces vistos por los niños, vistiendo a la moda
tradicional de la Edad Media. Este tipo de vestimentas proviene de que en aquel
período algunos humanos aún estaban por lo general suficientemente próximos a
la naturaleza, como para relacionarse con el mundo de las hadas.
Aprende a hablar con
los ángeles es, en realidad, aprender a hablar con nosotros mismos y con
nuestros semejantes de un modo nuevo y más profundo. Es aprender a comunicarnos
más abiertamente con nuestro universo y estar más sintonizados con nuestro rol
de co creadores y participantes de su evolución.
Para hablar con los
ángeles no se requiere técnica alguna. No hay métodos fáciles para enseñar a
hablar con ellos, como tampoco lo hay para comunicarnos con nuestro YO
Interior. La verdadera comunicación surge de nuestro propio ser y de la
totalidad de nuestra vida. Es algo en que nos transformamos en el transcurso de
nuestra existencia y no algo que aprendemos. Lo que realmente comunicamos es
aquello que somos, no tanto lo que podemos expresar con palabras.
Comunicarse con los
ángeles requiere, en verdad, una particular actitud de totalidad hacia la vida,
hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos. Cualquiera de nosotros puede
hablar con ellos, lo que significa que el camino está abierto a quienquiera que
se proponga modificar sus conceptos preestablecidos y explorar su mundo de una
manera nueva. Ello requiere una gozosa ampliación de nuestra visión de la
realidad, y estar dispuestos a abrirnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea,
y a un movimiento consciente para abarcar nuestra totalidad.
Los ángeles se
comunican con las criaturas humanas de un modo directo, no verbal. Pueden
hablarnos de dos modos, desde adentro o desde fuera, en nuestro interior o en
las señales del mundo exterior. Sus palabras no se entienden con la cabeza sino
que se sienten con el corazón. No se razona, se intuye. No hemos de rompernos
la cabeza con los ángeles, hemos de abrir el corazón. Con sus consejos y
sugerencias, los ángeles nos ayudan a superar las limitaciones humanas, a vivir
la eternidad en el momento presente, el Cielo en la Tierra.
Los ángeles siempre
han estado ahí, para socorrernos, para ayudarnos, pero lo importante es, cuando
pedimos su ayuda, que nos demos cuenta de su presencia en nosotros.
Estamos viviendo, en
los albores del siglo XXI, un momento crucial de la historia de la humanidad.
De nosotros depende que este pequeño planeta deje de ser un planeta azul y se
convierta en un infierno. Los ángeles nos exhortan a luchar por nuestro hogar
terrestre, pero no nos damos cuenta de ello. Están detrás de los movimientos
ecologistas, están a favor de la vida. Son los mensajeros de la Nueva Era y
nosotros tenemos oídos de la vieja. Nos traen un mensaje de esperanza y
confianza que los humanos nos negamos a escuchar.
Los ángeles desean
que trabajemos conjuntamente para mejorar nuestro planeta. Invocar su ayuda y
su presencia es algo sencillo y maravilloso que podemos lograr si nos lo
proponemos.
El propósito de este
curso es ayudarte a contactar con los ángeles y su vibración angélica,
abriéndoles las puertas de tu corazón, para que puedan penetrar en tu vida
cotidiana. Aunque no te des cuenta, los ángeles están deseando entrar en tu
vida, pero tú no les dejas. Constantemente les estás diciendo que no.
Los humanos tenemos
una verdadera fijación con el NO. Durante los tres primeros años de vida de un
niño, la palabra que mas se oye es precisamente esta: NO. Ello va creando en su
cerebro una programación negativa que arrastrará de un modo inconsciente a lo
largo de toda su vida y que le impedirá vivir milagros, hablar con los gnomos y
las hadas, conversar con los ángeles y muchas cosas más. Así se va creando un
destino aparentemente ineludible, del cual parece dificilísimo escapar. Poco a
poco la vida va perdiendo luz y color, y nos instalamos en la rutina desecadora
y aburrida.
No hay medio alguno
para engañar al destino, ni tampoco ningún artificio para escapar al plan
cósmico. Es absurdo querer liberarnos de él por nuestras propias fuerzas,
desoyendo sus a menudo ineludibles lecciones. Todos nosotros hemos de sufrir
nuestras propias tribulaciones y dificultades, de las que somos más
responsables de lo que creemos y hemos de aprender las lecciones que comportan.
Cuando aprendemos de lo que nos sucede, deja de ser tan doloroso. Pero nadie
debe perder la esperanza ni desfallecer, pues la vida nos reserva un destino
luminoso si somos capaces de decirle simplemente SI.
Cuando le decimos SI
a la vida, una cohorte de ángeles acude enseguida a nosotros para socorrernos
con sus virtudes. Cada uno de los ángeles que veremos en el transcurso de este
curso está encarnando una VIRTUD a la que podrás apelar cuando te halles en
dificultades. No temas hacerlo. No estás haciendo magia ni nada que se le parezca.
Estás ejerciendo un derecho que tienes desde el día en que naciste, o a lo
mejor desde antes de nacer.
Verás con el
transcurrir de los días, que lo lindo no es solamente comunicarte con los
ángeles cuanto te encuentres en dificultades, sino el compartir con ellos
también las cosas lindas que vas viviendo, ya que hay ángeles de la alegría,
del juego, del optimismo, etc. Es inmensa la lista de los ángeles que puedes
invocar para que compartan tu vida contigo. Verás que ello te brindará una
sensación de plenitud y gozo mucho mayor en tu vida, de lo que has podido
disfrutar hasta ahora.
Todos los grandes
maestros coinciden en que los humanos no podemos luchar por nosotros mismos,
con nuestras propias fuerzas, contra nuestros defectos. ¡Y sin embargo debemos
hacerlo! Y es que la única forma de luchar contra un demonio es invocando al
ángel opuesto. Así de sencillo. No se trata de concentrar más energía en los
defectos, en los problemas, en lo negativo. Hemos de ser capaces de volcarnos
en lo positivo para que lo negativo pierda fuerza.
De este modo,
meditando en la virtud del ángel, en lo que representa, vamos dejando que ella
crezca en nosotros y terminará eliminando el defecto. Meditando en un ángel
concreto iremos despertando en nosotros sus virtudes, sus características
positivas, y veremos cómo, de un modo mágico, éstas se manifestarán en nuestras
vidas.
REALIDAD
Y FE
Al parecer existen
dos métodos básicos para abordar un tema como el de los Ángeles. El enfoque
histórico puede dar sus frutos. Se podría resumir como el método en que la
realidad pesa más que la fe. Ello nos permite, además, examinar los diversos
árboles genealógicos de las huestes angélicas, lo cual nos permite asimismo
remontarnos a los orígenes culturales específicos de cada una de las especies.
En muchos casos
descubrimos la prueba patente de la utilización global de antiguas líneas de
consanguinidad. Observamos cómo los escribas de un grupo religioso concreto se
limitaron a trasladar a sus escritos los mitos más sustanciosos de las tribus
conquistadas o de las que les conquistaron. Ellos es mucho más evidente en los
eclécticos préstamos de los hebreos. Por la misma razón, éstos pueden
atribuirse el ser los introductores de los Ángeles a escala auténticamente
celestial.
Si aplicamos un
método estrictamente histórico, podemos caer en la gran tentación de llegar a
la conclusión de que los Ángeles no son más que una colección de fantasías
exageradas de los santos eruditos, lo cual podría ser cierto en muchos casos.
Existe, sin embargo,
otro método que podríamos calificar de sobrenatural. En éste, la fe pesa más
que la realidad. De hecho, es uno de los métodos que más utilizamos para
abordar un tema como el de los Ángeles sin realmente planteárnoslo. Tenemos una
serie de ideas preconcebidas, basadas en una tradición ininterrumpida de la
piedad popular que parece tener unas raíces arquetípicas mucho más profundas
que la mayor parte de las religiones que se han perdido en la noche de los
tiempos. Estas concepciones arcaicas, bastante más antiguas que el
cristianismo, el Islam o el Judaísmo, parecen haberse reproducido con los
genes, o como mínimo tener una profunda ligazón con la memoria colectiva.
El último enfoque es
el del método científico. Aquí la ecuación que se establece es más sutil. Se
puede decir que la realidad crea la fe o bien que, al observar un fenómeno a
nivel científico, el observador puede hacerse una idea de cómo funciona éste y
de su naturaleza. De todas formas, los científicos modernos han descubierto que
el mundo no es tan simple y que a menudo la fe crea la realidad.
Los físicos
cuánticos saben que, si esperan que una partícula actúe como una onda, así
será. Si esperan que actúe como un punto, se acomodará de la misma forma a su
idea. Esto se debe en parte a que cualquier método de observación del mundo
cambia necesariamente nuestra percepción de él. Y es todavía más fundamental la
idea de que no podemos salir del universo para observarlo. Todos formamos parte
de nuestro propio experimento. Este es un punto de mucha mayor importancia
cuando nos planteamos la observación de los Ángeles. No debe olvidarse que no
se puede dar vida al Ángel por su testigo. No existen pruebas concretas y
sustanciales que demuestran lo que ha visto y experimentado el testigo. Lo
demás forma parte del mito, la leyenda y la especulación
TRABAJAR
EN GRUPO
Si eres tan
afortunada como para formar un pequeño grupo de personas en sintonía que se
reúnan para meditar y rezar, la ayuda que podréis recibir será inmensa. Y
también será inmensa la ayuda que podréis dar a vuestros semejantes.
Os podréis reunir
para enviar energía curativa, por medio del Ángel, a personas enfermas. Podréis
enviar energías de luz, pensamientos de solidaridad, comprensión, amor
fraternal y desinteresado hacia lugares o personas.
Por ejemplo, hacia
una persona extraviada, una persona acusada injustamente, hacia un lugar en el
que ha ocurrido una catástrofe o un desastre natural, o hacia una nación en
guerra.
Antes de iniciar la
plegaria, lávense cuidadosamente las manos (símbolo de la ablución ritual con
la que había que acercarse al templo). Después hablen entre ustedes para
decidir sobre cómo utilizar la energía y hacia quien dirigirla.
Después de esto,
entrad por algunos minutos en silenciosa meditación, fijando en vuestra mente
la imagen del Ángel. Pedidle con simplicidad que intervenga con sus Legiones
para sanar, aconsejar, proteger…
Terminad con una
plegaria colectiva de acción de gracias. Naturalmente esto no es sino un
bosquejo básico; ustedes podrán aportar vuestra propia iniciativa con todas las
modificaciones que consideren oportunas.
NOTICIA
En la madrugada del
2 de octubre de 1996 un recolector de basura del barrio de Barracas notó algo
raro en la bolsa de residuos cerrada, que estaba a punto de lanzar al sistema triturador
de su camión.
La abrió. Encontró
allí una bebita de 2,400 Kg. Que no tenía más de cuatro horas de nacida. La
llevó de inmediato a la maternidad Sardá, donde, con amor y ciencia, la dejaron
en perfecto estado de salud a las 24 horas.
El hecho se hizo
público y más de 200 familias se ofrecieron para adoptarla. Al tener que
anotarle en su historia clínica los médicos coincidieron en llamarla Milagros.
El hombre que la
halló es Miguel Ángel Vanderbergue, 42 años, casado, dos hijos. Lloró ante los periodistas,
de pura bronca y emoción.
Miguel significa
“¿Quién como Dios?”; Ángel significa “enviado de Dios”. El hecho ocurrió el
mismo día en que la Iglesia Católica celebra – desde hace unos 300 años – el
Día del Ángel de la Guarda.
fuente CREADORA ALEXIS
MUETTERKEN q.e.p.d y Publicado por Maria Elena Syro P
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